sábado, 3 de octubre de 2009

EL MOMENTO ES AHORA

Declaración Pública

Sabemos que obstáculos y problemas en la vida universitaria hay muchos. Los vivimos a diario, y son de distinto tipo. Algunos, como habría de esperarse en la universidad, se presentan ante nosotros como de corte académico, y nos hacen cuestionar los contenidos y orientación de nuestras clases; otros están referidos, por ejemplo, a la imposibilidad de disfrutar tranquilamente del espacio universitario sin estar expectantes de que en cualquier momento entren las fuerzas represivas al campus, atacando con sus bombas lacrimógenas y muchas veces hiriendo o tomando detenidos a estudiantes, funcionarios y académicos. Ejemplos hay muchos, y esta declaración no apunta a hacer una mera descripción de aquello que cotidianamente nos aqueja, sino a instalar en el debate el cómo nosotros nos hacemos cargo de esta cotidianeidad.
Lo fundamental es dejar definitivamente de lado la atención parcelada que le damos a cada una de estas situaciones y enmarcarlas en la problemática general que aqueja a la educación (y a la sociedad en conjunto): la profundización de su privatización y mercantilización, que tiene claros efectos en la formación que recibimos, en la estabilidad laboral de los trabajadores, en las formas de financiamiento y en la democracia en las instituciones, entre otras. Si bien las banderas contra la mercantilización de la vida social han sido las que hemos portado desde hace ya mucho tiempo, nuestras acciones, sabemos, no han tenido mayor repercusión. ¿Pero por qué?, porque no tenemos la fuerza necesaria, y entonces ¿cómo construirla?. Muchas respuestas son posibles, pero durante este periodo hemos decidimos una fórmula específica, y es justamente la de trabajar creando lazos de unidad, tejiendo comunidad universitaria. He ahí la idea, pero en la práctica cómo se traduce esto. A nuestro juicio se traduce precisamente generando una alianza firme y sostenida con los trabajadores del espacio universitario. Es una respuesta inevitable. Quien no es estudiante en la universidad es un trabajador: académicos y funcionarios lo son, y en ocasiones pareciéramos no comprenderlo. ¿Cuáles son entonces los momentos cruciales para la construcción de esta unidad?, justamente aquellos en los que se pone en juego sus condiciones de trabajo.

El segundo semestre del año académico se nos presenta la mayoría de las veces como un periodo quieto, de reposo luego de un primer semestre de movilización, ignorando con ello un acontecimiento de primer orden que se da todos los años: la negociación por el reajuste salarial de los funcionarios públicos, y entiéndase bien, funcionarios académicos y no académicos. Este hecho, que muchas veces pareciera pasar desapercibido, es crucial. De él depende la calidad de vida de los trabajadores de nuestro espacio y ¿dónde estamos nosotros, los estudiantes, en esta coyuntura que se repite año tras año?. Si el objetivo es crear unidad, entonces ¿qué sucede que no estamos dando esta pelea con ellos?.
Los académicos, muchas veces mal remunerados, deben realizar labores que no están contempladas en sus contratos de trabajo. Sus horas dedicadas a la docencia, la investigación y la extensión sobrepasan por mucho aquello que la universidad reconoce, la mayoría se encuentra en una situación contractual inestable, ya que las plantas académicas son sumamente reducidas y, por lo tanto, trabajan a honorarios o a contrata. ¿Son aceptables acaso dichas condiciones de trabajo?

Este año en el Campus Juan Gómez Millas hemos sido testigos de prácticas antisindicales inaceptables en una universidad que se dice guiar por un espíritu democrático. Dos dirigentes funcionarios, Manuel Riquelme y Pablo del Río, han sido vulnerados en su fuero y removidos desde la Facultad de Ciencias a la de Filosofía y Humanidades, menoscabando con ello sus labores y dificultando sus tareas dirigenciales. Al mismo tiempo existen múltiples casos de atropello a funcionarios que no detentan responsabilidades dirigenciales y que por ello pasan más inadvertidos, siendo igualmente repudiable que así suceda.
¡¿Qué hacer entonces?!, ¡¿cómo llevar a la práctica diaria nuestras ideas unitarias, pensadas como el paso indispensable para constituirnos como una fuerza capaz de alcanzar nuestros objetivos y dar solución a cada uno de los problemas que nos aquejan?!. La respuesta ya es evidente. El escenario está dado, y el momento de trabajar es ahora.

Como campus nos encontramos hoy en un proceso de movilización conjunta entre estudiantes y funcionarios, que tiene como objetivo inmediato reinstalar en sus puestos de trabajo originales a Manuel y Pablo, y que pretende a la vez avanzar en la consolidación de la construcción de la comunidad. Por esto hacemos el llamado a todos los miembros de la comunidad, no sólo estudiantes y funcionarios, sino también a los académicos del campus a trabajar en conjunto por un trabajo digno, cuestión que a todos nos toca y que debe constituir el eje central de todos nuestros esfuerzos

Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales
Universidad de Chile

-.Stgo, 02 de octubre de 2009.-




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